martes, 31 de marzo de 2009

Los segundos quieren ser los primeros


POR LEONARDO PEREYRA
DE LA REDACCIÓN DE EL OBSERVADOR

José Mujica puso las cosas así: en caso de que le toque enfrentar a Luis Alberto Lacalle en las elecciones nacionales la gente tendrá que optar entre la derecha aristocrática de Carrasco y la izquierda obrera de La Teja y el Cerro. El precandidato frenteamplista sugiere que esta polarización obligará a jugarse hacia una de los extremos a la gente de centro y también, por decir algo, a la de La Aguada. Lo cierto es que, al menos en las encuestas, la tradicional moderación de los uruguayos se viene tomando licencia: Mujica y Lacalle lideran los sondeos de opinión dentro de sus partidos, mientras que Jorge Larrañaga y Danilo Astori comienzan a echar el resto en sus estrategias para terminar con la tan comentada polarización.
Astori intentará convencer de que no tiene por qué cederle la izquierda a nadie y que, a diferencia de Mujica, él es un frenteamplista de la primera hora.
Por su lado, la estrategia de Larrañaga se puede resumir en una pintada que aún no fue plasmada pero que está en la cabeza de varios dirigentes de Alianza Nacional: “un voto al Cuqui es un voto al Pepe”. O, como dicen en el entorno de Larrañaga, “si Lacalle crece, el Partido Nacional se achica”. Ayer en Océano FM, Darwin Desbocatti, usó el humor para observar lo obvio: Larrañaga dice que con Lacalle los blancos pierden, y Astori dice que es el Frente Amplio el que se arriesga a perder si Mujica gana la interna. Como es notorio, alguno de los dos se equivoca o está exagerando un poco. Ese escenario supuestamente “polarizado” dejará al menos un ganador pero la gobernabilidad se le hará muy cuesta arriba si ninguno alcanza la necesaria mayoría parlamentaria. Y este riesgo corre para todos los candidatos pero especialmente para Mujica –quien tiene su chacra en el Rincón del Cerro, bien al oeste de Montevideo– y para Lacalle quien vive en el esteño Carrasco.

“Un voto al Cuqui es un voto al Pepe”
Los militantes de Jorge Larrañaga se están encontrando casi todos los días con correligionarios que van a votar en las internas a Luis Alberto Lacalle porque están convencidos de que es el hombre indicado para sacar al Frente Amplio del poder. Los militantes muchas veces se desesperan frente a los irreversibles lacallistas y, otras, logran convencerlos de que las mismas encuestas que muestran a Lacalle liderando la interna, lo dan perdiendo por lejos con cualquier candidato del Frente Amplio. Las proyecciones de las consultoras dicen que Larrañaga pelearía cabeza a cabeza un balotaje con la izquierda. Entonces, ¿cómo convencer a los blancos de que, aparentemente, si gana Lacalle el Partido Nacional pierde? Larrañaga ya lo ha dicho de diez formas diferentes pero la idea todavía no prendió. En el entorno de Larrañaga dicen que el líder de Alianza Nacional ha demostrado que tienen mejor equipo de gobierno que Lacalle pero además, aseguran, es el único candidato presidencial capaz de darle un gobierno de centro al país. “Lacalle es de derecha”, ha dicho Larrañaga quien cree que al izquierdista Mujica ya nadie le saca la candidatura presidencial frentemplista. “Tiene que quedar claro que si crece Lacalle, el Partido Nacional se achica”, dijo a El Observador uno de los principales allegados del líder blanco.
En el comando electoral ya piensan en carteles publicitarios donde se transmita la idea de un camino en el que Larrañaga es el centro y Lacalle y Mujica los dos extremos. Los que se encargan de pensar las pintadas están considerando si conviene cubrir la ciudad con leyendas que digan “Un voto al Cuqui es un voto al Pepe”. Larrañaga también es recurrente en el recuerdo de su condición de wilsonista y dice que, a diferencia de Lacalle, el siempre estuvo del lado de las ideas de Wilson Ferreira Aldunate. Lacalle, en cambio se considera un “wilsonista post morten” que nunca invocó su nombre mientras el caudillo estuvo vivo. Además, los seguidores de Larrañaga consideran que algunos de los dirigentes más cercanos a Lacalle son casi impresentables. “Yo nunca tendría en mi equipo económico a Ignacio de Posadas”, ha dicho Larrañaga. “Lacalle tiene en sus filas a hombres como (el ex ministro de Economía de la dictadura) Alejandro Vegh Villegas. En Alianza Nacional no pasan ni por la puerta”, dijo el diputado Alvaro Lorenzo. Por estos días, en la interna nacionalista sobran las diferencias y todavía faltan tres meses para las elecciones.

Un frenteamplista de la primera hora

Muchas de las claves de lo que Astori quiere transmitirle a los frenteamplistas se pueden encontrar en las cosas que dijo en su discurso del jueves 26 de marzo frente a la intendencia de Montevideo y en otras razones que da por descontadas. Fuentes del sector dijeron a El Observador que, en el boca a boca, los militantes astoristas recuerdan que Líber Seregni no hubiera dudado ni un segundo en votar a Astori en la interna. Además, dicen que Astori estuvo en el Frente Amplio desde su fundación, mientras que Mujica recién ingresó a la coalición en 1989 junto a los tupamaros y sus aliados. Para los que recuerdan que muchas veces su soberbia le gana a su inteligencia, ultimamente Astori se ha mostrado solidario a la hora de reconocer conocimientos.
En la crítica a los partidos tradicionales, se ha mostrado aún más duro incluso que Mujica. “Ellos son el pasado. Nosotros somos diferentes. Para nosotros la acumulación de poder en pocas manos y la pobreza generalizada no son escudos inevitables. Ellos intentan una gran operación maquillaje, una gran operación desmemoria”, dijo Astori en el acto del jueves 26 empardando en aplausos a Mujica. Después, dijo que nunca antes el Uruguay le había vendido carne a 100 países. “O, más precisamente, a 104 países, como me recordó el Pepe que los tiene contados”, concedió Astori en imprevisto gesto de humildad.
Astori volvió a levantar aplausos al citar Para la Libertad y las Nanas de la cebolla, versos de un brillante y emblemático poeta español encarcelado por el franquismo. “Hay que trabajar unidos con ternura y pasión. Con la ternura de un Miguel Hernández que, cuando se enteró que su hijo no comía más que pan y cebollas, le escribió ‘alondra de mi casa ríete mucho, es tu risa en tus ojos la luz del mundo, tu risa me hace libre, me pone alas, soledades me quita cárcel me arranca’. Y hay que vivir para la pasión: ‘para la libertad, sangro, lucho, pervivo, para la libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos”, recitó Astori. Si de defender a los pobres se trata, los astoristas aseguran que el ropaje descuidado no hace al revolucionario. “Esto se sigue llamando revolución”, ha dicho Astori y defiende el Impuesto a la Renta como una de las reformas impositivas que más benefició a los que menos tienen.

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